La inteligencia artificial (IA) está presente en todos los rincones de nuestra vida: en nuestras plataformas tecnológicas, de la manera en que trabajamos y nos comunicamos. Aunque la IA ha demostrado ser increíblemente eficaz en tareas específicas, surge una pregunta importante: ¿puede reemplazar a los humanos a mediano plazo?La cibernética, que estudia el control y la comunicación en sistemas, nos recuerda que la IA, aunque avanzada, sigue limitada por sus programadores. Puede procesar datos a velocidades sorprendentes y ejecutar tareas repetitivas, pero no puede experimentar emociones ni comprender la complejidad de la identidad humana.Las plataformas tecnológicas como redes sociales y motores de búsqueda utilizan IA para personalizar nuestra experiencia, una característica que refleja la ecología mediática en la que vivimos. Sin embargo, esta personalización también puede limitarnos, encerrándonos en burbujas informativas que restringen nuestra visión del mundo.La globalización ha permitido que la tecnología y la IA se extiendan por todo el planeta, pero ha acentuado la división digital. No todos tienen acceso igual a estas tecnologías, creando una brecha significativa en las oportunidades disponibles. Mientras algunos sectores pueden beneficiarse de la IA, en otras áreas, la dependencia de habilidades humanas sigue siendo crucial.La identidad, un concepto fundamental que engloba nuestras experiencias, emociones y valores, no puede ser capturada por una IA. La esencia de lo que somos va más allá de lo que cualquier máquina puede replicar. La IA puede transformar el mundo, pero nunca podrá reemplazar nuestra capacidad de sentir, crear y comprender.